Diversos estudios psicológicos realizados tanto en países como Chile, México y España, entre otros, han revelado que la ansiedad y las tensiones en el hogar, además de la sobrecarga de trabajo doméstico debido a la pandemia, sumado al hecho que esta situación se trata de una experiencia traumática prolongada que incrementa el nivel de estrés, impactan más en el rendimiento de las mujeres que actualmente están desarrollando diversos roles de manera simultánea sin descanso,
Recordemos que el estrés es un sentimiento de tensión física o emocional que puede provenir de cualquier situación o pensamiento que lo haga sentir a uno frustrado, furioso o nervioso.
Este tiempo de incertidumbre debido a la pandemia del Covid-19 ha puesto sobre la mesa la diversidad de roles que las mujeres cumplen en el hogar, sobre todo si son madres.
Vemos el caso de aquellas profesionales que trabajan. Combinar el home office que no tiene horario de ingreso o salida como en una oficina y estar permanentemente conectados con el trabajo, sumando la crianza de los niños, las tareas del hogar, el cuidado a distancia de otros miembros de la familia, los temas logísticos del normal desarrollo de un hogar, el apoyo al esposo, etc., representa un gran esfuerzo extra.
En el caso de aquellas que ya desempeñaban el papel de amas de casa, ahora han pasado a tener a los hijos todo el día en casa sin poder ir al colegio con lo cual apoyarlos en las tareas y en las clases virtuales fungiendo las veces de maestros, hacer las tareas del hogar y tener al esposo en casa todo el día, representa también un desafío.
Asimismo, el reto es diferente para las mujeres que tienen bebés o hijos en edad pre escolar o escolar a mujeres que tienen hijos adolescentes y jóvenes, ya que cada etapa evolutiva requiere de un apoyo y cuidado diferente. Las demandas y exigencias en la crianza de cada etapa, es claramente distinta.
Es importante notar también a aquellas mujeres que son madres solteras o que son el único sustento del hogar y que han perdido sus trabajos en esta cuarentena o que deben seguir saliendo, con el riesgo a su salud que esto conlleva para proveer de alimentos a su familia.
Pensemos también en aquellas mujeres que cuidan a sus padres o familiares ancianos o enfermos, que con la cuarentena se ha hecho mucho más complicado apoyarlos en el cuidado de su salud porque no hay acceso a los servicios médicos, el trasporte y medicinas. En algunos casos podríamos hablar del Síndrome de Burnout, o síndrome del quemado, que se refiere al agotamiento mental y físico que experimentan algunas personas que tienen a su cargo el cuidado de otras personas dependientes.
Existe también un impacto importante en medio de esta crisis que evidencia la desigualdad de género a través del incremento de la vulnerabilidad de las mujeres como víctimas de violencia física, sexual y psicológica durante el confinamiento. Los espacios de vivienda reducidos, así como el estrés económico e intrafamiliar afectan sobre todo a las mujeres y niñas, según ha informado ONU.
Toda esta situación hace que el elevado nivel estrés les ocasione problemas físicos importantes, como por ejemplo: problemas de insomnio, digestivos (gastritis, úlceras), problemas cardiacos (taquicardias, bradicardias), obesidad, diabetes, problemas de la piel, problemas menstruales.
De igual manera, se ha demostrado que el estrés reduce la respuesta inmunológica y la resistencia a las enfermedades. Las personas que tienen alto nivel de estrés están más expuestas a una serie de enfermedades infecciosas.
Asimismo, el agotamiento emocional produce irritabilidad, ansiedad, depresión, poca tolerancia a la frustración, impaciencia, agresividad, con lo cual se generan problemas también en las relaciones interpersonales.
La maternidad, en muchos casos, genera una serie de exigencias autoimpuestas y una excesiva autocrítica sobre el propio rendimiento por pensar que no son tan buenas madres como quisieran o debieran o no están a la altura de las expectativas de la sociedad y de terceros. Además, debemos sumarle a esta presión de la maternidad, aquellos mandatos de ser buenas esposas, buenas parejas, buenas hijas, buenas hermanas, buenas profesionales, buenas trabajadoras, etc.
Para prevenir el estrés en la maternidad es necesario conocer bien al hijo o hija, comprender las situaciones en torno a su desarrollo evolutivo o hacia alguna condición física o mental que tenga en particular, reconocer nuestras propias emociones y sentimientos, tener un círculo de apoyo cercano a quienes recurrir en caso de necesitar ayuda, en caso de tener una pareja es necesario compartir los roles de crianza, recuperar la propia identidad más allá del hecho de ser madre, buscar cosas que nos produzcan satisfacción personal (hobbies, profesión, voluntariado, descanso, etc.), procurar el autocuidado y el autoestima y aprender a buscar espacios de relajación.
Asimismo, es importante conversar sobre la adaptación y compatibilidad de los distintos roles como mujer, madre, esposa, hija, etc. Es necesario también, adaptar el rol de la maternidad a las exigencias del medio ambiente en el que se desarrolla cada uno, aterrizándolo a su propio estilo de vida y expectativas.
Algunas acciones útiles y concretas son realizar ejercicio, practicar meditación o yoga, buscar ayuda psicológica a través de una psicoterapia, realizar un cambio en los hábitos de alimentación, procurar el descanso, desconectarse de la tecnología, reconectarnos con la naturaleza o con aquellas cosas gratificantes para cada una, retomar aquellas actividades que nos relajan, son de mucha ayuda en el manejo de los momentos estresantes.
La contención de la familia y el apoyo de los amigos cercanos es de mucha importancia para manejar estos cuadros de mucha tensión pero sobre todo, las acciones que el propio afectado tome en su vida para manejar las dificultades, harán que éstas circunstancias sean más llevaderas.
Tratar de observar los problemas en su justa dimensión, pedir ayuda, aprender a declinar ciertas actividades que no podemos asumir, aprender a decir No de manera asertiva, adoptar una visión más positiva de las situaciones y poner límites, nos ayudará a reorganizar nuestras tareas tanto en el ámbito familiar como social y laboral.
Si bien, esta situación se presenta como un gran desafío a todo nivel porque nadie estaba preparado para enfrentarla, nos permitirá también poner en marcha diversas técnicas y herramientas de crecimiento personal para superar los retos que suponen el adecuarnos a la nueva normalidad sin un gran coste emocional de por medio.
Y si sientes que no puedes más, busca ayuda profesional de un psicólogo o un psiquiatra, los profesionales de la salud mental estaremos siempre atentos para ayudarte.
Artículo escrito por Maria Lourdes Cáceres, Líder de Salud Emocional y Bienestar en Sandor.
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